jueves, 6 de julio de 2017

Las opiniones del moralista

Personas anónimas se acercan al blog. Muchas de ellas quieren triunfar en el fútbol, otras en la música, otras quieren dinero simplemente. Lo cierto es que efectivamente, quien hace alguna de las anteriores acaba vendiendo su alma, quizá no al diablo pero sí al demonio.


Me resulta curioso que me pregunten el por qué. ¿Por qué hacer un blog que se sale de lo corriente? ¿No le da miedo? supongo que a mi edad no, quizá he pasado por demasiado. Muerte de familiares muy cercanos, pérdida de amigos, cambios de residencia y sus reinicios vitales, descubrimiento de uno mismo (que es lo que más miedo da), rupturas amorosas, entrevistas de trabajo y exámenes...
Más tarde que temprano la vida te enseña que con miedo no se puede vivir, que tienes que sacar pecho, que dar la cara aunque te la partan, que siempre debes estar ahí y que los fantasmas se vencen.

Cuando algo parece duro o insorteable es porque clava rodillas ante ti, porque te ruega que lo mates. 
En la vida hay que saber sortear obstáculos y hacerlo de forma diligente, no siempre he dicho la verdad, no siempre he actuado de la forma más correcta. A pesar de ello y de los demás, nunca me he opuesto a mí mismo, conmigo no tengo problemas porque me acepto y entiendo que tengo vicios, que tengo holguras en mi mente y que el equilibrio es la locura más amarga. 
Todos necesitamos nadar en una dirección, sino nadas te ahogas en un pozo de pesimismo y entonces vienen los intentos de suicidio, las adicciones, la anorexia y ese tipo de llamadas de atención que yo nunca he sufrido en carnes propias porque no me ha hecho falta.

Me resulta cómico que me pregunten qué opino de esto o de aquello, que la gente venga a confesarse a mí, que me tomen como guía espiritual y me pregunten qué hacer. Yo siempre ayudo y lo haré hasta que se extinga la llamada de socorro, pero la solicitud de ayuda no debe de confundirse con el traspaso de responsabilidad. Entiendo que tú no puedes, yo sí.

El sermo satanista ruge en mi interior y me dice que acabe con el satanismo de LaVey, que destruya el espiritismo aséptico que comulgan los indolentes más castizos, hay algo en mis entrañas que me dicen que prenda fuego a las tiendas de fe, pero sin embargo lo oigo. La providencia me acompaña y me dice que él no es así, que ha castigado a los que le enmudecen con el defecto de ser lo que critican, que les ha expulsado a la bajeza moral más absoluta y que difunda el mensaje, que no mancillen su nombre, soy un guerrero divino con la misión de dirigir la infinitud del alma humana a un nuevo estadio, de llevar el estandarte de los traicionados y el resto de iluminados hacia la glorificación.

Por todo ello y más, les agradezco el crecimiento de la bitácora que es por ustedes y no por mí, que sigan existiendo para poder formar parte de este ejército que está venciendo a la mentira y castigando la incultura. 

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